Los móviles son los regalos estrella de las Navidades, los cumpleaños y las comuniones, pero son también una importante fuente de problemas para nuestros hijos e incluso para la convivencia familiar. Una vez les hemos comprado el móvil o Tablet a nuestro hijo deberemos plantearnos cómo ejercer ahora el control parental.

Dejando al margen las consideraciones sobre la posibilidad de acceso por disponer de las claves para entrar, deberíamos abordar el tema desde una perspectiva tanto moral como legal: ¿hasta qué punto los padres tienen derecho a meterse en las cuentas o perfiles sociales de sus hijos? El WhatsApp, ¿se puede revisar? ¿Dónde está la frontera entre la actitud de control parental vinculada a la seguridad y la del derecho a la privacidad del menor?

Este es sin duda un tema interesante y nuevo sobre el que los padres tenemos poca experiencia, considerando que la primera red social tiene menos de 15 años y que los smartphones son todavía más jóvenes. Si bien el Código Penal español comienza a tener presente esta realidad, todavía no está del todo legislado y no quedan claras las fronteras entre el material virtual, el digital y el físico.

Las leyes abogan por el sentido común y justifican un posible «cotilleo» para prevenir un mal mayor:

«Aquel que para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales, intercepte sus telecomunicaciones o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido o de la imagen, o de cualquier otra señal de comunicación, será castigado con las penas de prisión de uno a cuatro años y multa de doce a veinticuatro meses».

Estos supuestos casan con lo expresado por el mediático juez de menores Emilio Calatayud, quien ha mostrado públicamente su opinión a favor de lo que algunos considerarían «violar la intimidad de nuestros hijos». Siempre con matices, eso sí, y que razona en base a la peligrosidad que albergan los dispositivos y la convivencia de los niños y adolescentes con las TIC.

Estas son las ideas que le llevan a defender un control de lo que hacen nuestros hijos en su vida digital y virtual:

-Los móviles son una droga que genera un serio problema de adicción.

-Los dispositivos son un instrumento muy peligroso para cometer actos delictivos: maltrato a los padres, acoso, o ciberbullying.

-Los niños que poseen un móvil pueden ser, por su parte, víctimas de delitos, no sólo perpetrados por niños de su edad, sino también por adultos.

Calatayud defiende la revisión de los móviles para prevenir estos problemas e incluso la propia violencia que puede llegar a ejercer un menor al que se le quita el móvil y responde con agresiones físicas a sus padres, del mismo modo que hubiera respondido un heroinómano en los años 80. La Policía Nacional, por su parte, también defiende el uso de contratos con el que se ponga orden en el uso por los jóvenes, por algo será.

Sea como fuere, la ley hace el corte en los 14 años en lo que concierne a la responsabilidad y gestión de sus datos personales. Según la Ley Orgánica de protección de Datos, los chicos de esta edad tienen autonomía para autorizar o no el acceso o tratamiento de sus datos. Esto significa que, teóricamente, un niño a partir de los 14 años podría llegar a denunciarnos si «cotilleamos» sus cuentas sin permiso.

Fuente: que.es


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